miércoles, 4 de septiembre de 2013

En ruta.

Una vez leí que el lugar más propicio para crear una necesidad de comunicación eran los trenes, esto debido a que los asientos están ubicados de una forma en la cual hace que las personas se encuentren frente a frente.
Bueno, es complicado (luego de una semana ocupada) llegar al domingo, salir temprano y abordar el metropolitano con una cantidad regular de pasajeros. Por tal razón siempre he preferido ubicarme cerca de las puertas, sobre todo si son amplias.


Y empezó la ruta y con ella una singular interacción.
Estaba ubicada tan cerca a la puerta que cuando esta debía abrirse, tenía que dar un paso adelante para evitar lastimarme. El mismo paso que daba, era casi imitado por el joven que se encontraba frente a mí, ambos debíamos dar un paso adelante que nos aproximaba de una forma intimidante. 
El bajada la mirada con la cabeza ladeada y yo la giraba hacia un lado mirando la nada.

Repetíamos el acto por cada paradero, pero aunque parecíamos no observarnos, en realidad lo hacíamos de una forma tontamente disimulada.
Mis observaciones: Cabello ondeado negro, ojos grandes con pestañas curvas, labios delgados, parka verde olivo, camisa de cuadros azules, pantalón jeans y zapatillas oscuras.
Nuestros pocos intercambios de mirada causaban cierta ansiedad en mí y sospecho que en él también.

Finalmente ya estaba mi paradero cerca y hace mucho que podríamos haber cambiado de lugar. Me alisté para bajar y percibí como ahora sí me observaba fijamente.
Se abrieron las puertas, lo miré y le dije "Chau". El esbozó una ligera sonrisa.

Mi cuestionamiento vino después: 
¿Por qué la mayoría de personas quiere vivir desconectada de lo que sucede a su alrededor?