miércoles, 26 de febrero de 2014

Una puerta.

La primera vez que vi Narnia me dije: 
Yo también tengo mi ropero parecido.


La diferencia estaba en que a mi ropero no sólo ingresan personas, sino que también salen desconocidos, esos a los cuales nunca me presentaron y no han sido invitados.
Ellos parecen venir algunas noches, tampoco sé como eligen el día y la hora de su llegada.
Primero, como toda visita inesperada, me sorprendían, como todo extraño, me causaba desconfianza, como algo inexplicable, me daba miedo.

Aprendí a observarlos de lejos, y parece que ellos están aprendiendo que no es bueno estar cerca.

Descubrí mi error... Para que no lleguen los extraños se deben mantener las puertas cerradas.