Hace poco hablaba
con una amiga y salió un comentario muy gracioso e irónico, voy a tratar de ser
literal:
“Nos enseñan a
cuidar el himen, pero nadie nos enseña a cuidar el corazón cuando nos vamos a
la guerra del amor”
Dicho esto, ambas
nos miramos y reímos, ella sabe que no siempre comparto sus ideas (algunas
suelen ser muy feministas). Supongo que ella esperaba que termine refutando
como siempre, pero no, esta véz, asentí y casi de inmediato empecé a soltar
dardos certeros.
Porque claro, he
conocido el amor, desde ese qué se presenta indefenso hasta llegar a ser el
maldito amor, ese real, donde como dicen muchos
“Te da alas para luego dejarte
caer”.
Ese es el amor
qué para mi mala suerte elegí, conocí, soporté, desterré y finalmente escapé.
Ese sentimiento
que me hizo conocer mi lado más cobarde y aunque parezca raro y contradictorio, también mi lado de desconfianza, donde me vi obligada a enfrentar mis vacíos
encontrar algodones, gasas, pero también alcohol… Y es que es así, hasta cuando
curamos las heridas hay dolor. Me quedo con el consuelo de todos los “remedios”,
por lo general siempre son efectivos, los temores pasan, se olvidan y confabulan
los días.
“No eres la
indefensa que te quisieron hacer creer pequeña Gokú”
Gracias amigo.