Seguro de niños alguna vez les dijeron que si llegan al final del arco iris encontraran un tesoro.
Yo observe, creí seguir, desapareció y no encontré ningún fin y mucho menos tesoro alguno.
Así pasa en los día, podemos encontrar algo o alguien grandioso, internarnos en el análisis del porque hay tanto que se puede necesitar de ese algo o alguien, sigues todo lo que te lleve a ello o acompañas cada una de las aventuras que se presentan, pero mientras va pasando todo esto, al igual que los arco iris, se va desvaneciendo poco a poco, hasta perder de vista esos colores tan atrayentes, con el fondo de tranquilidad que le da el cielo... Llega el momento de darse cuenta, los arco iris siempre parecen formarse cerca, pero no, no se llega a un final y mucho menos estará el "duende" con la caldera del tesoro.
Un cuento infantil dice que en un juego, el "tesoro" añorado fue escondido en el pecho de los seres humanos... ligeramente al lado izquierdo.
La fotografía que comparto es de uno de mis días de invierno cuando me encaminaba a la paz y la música del gran Nicola.