La primera vez que vi Narnia me dije:
Yo también tengo mi ropero parecido.
La diferencia estaba en que a mi ropero no sólo ingresan personas, sino que también salen desconocidos, esos a los cuales nunca me presentaron y no han sido invitados.
Ellos parecen venir algunas noches, tampoco sé como eligen el día y la hora de su llegada.
Primero, como toda visita inesperada, me sorprendían, como todo extraño, me causaba desconfianza, como algo inexplicable, me daba miedo.
Aprendí a observarlos de lejos, y parece que ellos están aprendiendo que no es bueno estar cerca.
Descubrí mi error... Para que no lleguen los extraños se deben mantener las puertas cerradas.
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