martes, 20 de agosto de 2013

Donde hay sol.

Hace unas semanas tenía que ir a un albergue. Sé que a estas alturas de mi vida, y por razones más profesionales que emotivas no puedo perder el control de mis emociones, pero aún ahora me resulta difícil.


Estaba aparentemente preparada para lo que sucedería, pero a decir verdad "jamás estaría preparada para nada".
Temprano fuí a comprar frutas para llevar al albergue, para mi suerte empecé el día con una gran experiencia, y es que los días a veces me acercan a grandiosas personas y así cuando estaba en el mercado, conocí a un señor que vende fresas y su familia se dedica al cultivo de ellas.

Este gran hombre (porque realmente lo es) poseedor de un gran corazón, inmensa bondad, capaz de ayudar y confiar sin duda alguna, me recordó las lecciones del alma.

Fui por una caja de mandarinas y gracias a él forme una sonrisa con plátanos.

1 comentario:

  1. a veces las personas que menos tienen, son las que mas dan
    sobre todo enseñan

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