miércoles, 28 de noviembre de 2012

Humedecer el algodón.


Hace poco hablaba con una amiga y salió un comentario muy gracioso e irónico, voy a tratar de ser literal:
“Nos enseñan a cuidar el himen, pero nadie nos enseña a cuidar el corazón cuando nos vamos a la guerra del amor”


Dicho esto, ambas nos miramos y reímos, ella sabe que no siempre comparto sus ideas (algunas suelen ser muy feministas). Supongo que ella esperaba que termine refutando como siempre, pero no, esta véz, asentí y casi de inmediato empecé a soltar dardos certeros.
Porque claro, he conocido el amor, desde ese qué se presenta indefenso hasta llegar a ser el maldito amor, ese real, donde como dicen muchos 
“Te da alas para luego dejarte caer”.
Ese es el amor qué para mi mala suerte elegí, conocí, soporté, desterré y finalmente escapé.
Ese sentimiento que me hizo conocer mi lado más cobarde y aunque parezca raro y contradictorio, también mi lado de desconfianza, donde me vi obligada a enfrentar mis vacíos  encontrar algodones, gasas, pero también alcohol… Y es que es así, hasta cuando curamos las heridas hay dolor. Me quedo con el consuelo de todos los “remedios”, por lo general siempre son efectivos, los temores pasan, se olvidan y confabulan los días.



“No eres la indefensa que te quisieron hacer creer pequeña Gokú” 
Gracias amigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario